lunes, 2 de agosto de 2010

Las 48 leyes del poder / The 48 laws of power (1998)


El problema con la gente en estos días es que tienen un enfoque demasiado literal de las cosas. Dicho de otra manera, creen en todo lo que leen sin siquiera pararse un momento a analizarlo desde otro ángulos. Esto salió a relucir tras leer la obra Las 48 leyes del poder de Robert Greene. Dependiendo de con qué intención se vea, puede ser tomado como un conjunto de preceptos, consejos o guías cuyo objetivo es alcanzar el éxito.
Al igual que muchos lectores, Las 48 leyes del poder me dejó con una opinión dividida. Por el lado bueno, me parece una interesante manera de conocer la forma de pensar de algunas figuras importantes en varios ámbitos: Laborales, personales, etc. Las pequeñas piezas de historia me parecieron ilustrativas y en su mayoría interesantes, pues había algunos personajes de los que jamás había escuchado hablar. También contiene varias propuestas que podrían ser útiles sólo en ciertas situaciones (por ejemplo: para identificar ciertos patrones de conducta).
Luego entra el lado negativo. Mi primera impresión tras leer las breves descripciones de cada precepto fue que era un enfoque egoísta. Y no está muy lejos de la realidad: La obra deja de lado el elemento humano del mundo. Se trata de una persuasión sutil, en la cual se pretende llegar al poder de una manera fría y superficial. Me hizo pensar en gran cantidad de personas que se guiaron por el dicho "el fin justifica los medios" y realizaron grandes atrocidades en nombre de su gloria personal. (De pronto me viene a la cabeza el personaje de Bart en Semillas del ayer).
Quizá el mayor problema con este libro es que, como antes lo había mencionado, hay gente que interpreta cada palabra tal y como es. Encuentro esto peligroso porque en la mayoría de los casos terminan con una visión incompleta de la obra en cuestión; y lo peor es cuando tratan de aplicar al pie de la letra este tipo de cosas en la vida cotidiana. Además, los ejemplos antes mencionados corren el riesgo de estar representados de una manera algo distorsionada (después de todo, el problema con el pasado es que puede ser manipulado para ciertas causas). En cuanto al diseño, es algo difícil de leer debido al diminuto tamaño de la letra.
Con el mero objetivo de informarme, me dediqué a investigar la reacción de algunas personas ante el contenido de este material y me topé con algunos lectores que incluso llegaron a tacharlo de satánico. Una reacción algo extrema, a mi parecer.
Creo que en lugar de tomar las cosas tal y como las presenta el autor, cada quién podría hallar su propia utilidad del libro. Por supuesto que estoy en desacuerdo con la idea de utilizar a las personas y basarse en la apariencia, pero en el mundo caótico en que nos tocó vivir podría servir para identificar a ciertos tipos de individuos que puedan resultar perjudiciales. O incluso, si la situación verdaderamente lo requiere, no está de más aplicar con sabiduría alguna regla.
Hay que reflexionar y sacar conclusiones propias, o de lo contrario estaremos condenados a malos entendidos con autores y obras, perdiendo su verdadero significado en el proceso.
Las 48 leyes del poder es algo que recomendaría leer sólo con cautela y desde un punto de vista crítico. Eso sí, reitero: No es algo para aplicarse al pie de la letra.

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