miércoles, 29 de diciembre de 2010

El anatomista (1997)


Hay ocasiones en que una buena historia pierde su encanto debido al final. Aquí presento un ejemplo.
El anatomista se centra en la época del Renacimiento y relata la historia de varios personajes cuyos caminos se entrecruzan. El protagonista es Mateo Colón, un anatomista que se obsesiona con Mona Sofía, una prostituta a quien conoce en una fiesta. Al principio la visita diariamente bajo la falsa convicción de que ella lo ama en secreto; sin embargo, eventualmente se da cuenta de la verdad. Colón da inicio a un largo y turbulento viaje, dedicándose a explorar la naturaleza femenina con tal de encontrar una manera de hacerla suya. Sus métodos de estudio resultan cuestionables para sus superiores y ponen en riesgo su vida, al grado de ser juzgado por el tribunal de la Santa Inquisición. Por otro lado se encuentra Inés, una mujer de gran virtud cuya vida sencilla cambia drásticamente tras participar en uno de los experimentos del médico.
Una de las más grandes ventajas de El anatomista es que está dividido en capítulos bastante pequeños, lo cual hace la lectura más rápida. La redacción me pareció muy buena y es bastante amena; Andahazi es capaz de mantener el interés del lector durante toda la historia. Las descripciones son destacables, pues están realizadas con gran detalle. El escenario renacentista es fascinante; el lector realmente puede sentirse parte de él. Por otro lado, el desarrollo de los personajes también es satisfactorio.
Pareciera que con tantas virtudes, el libro debería ser excelente. ¿Qué fue lo que falló? El final.
Todo iba encaminándose bien. Sin embargo, me pareció que el final estuvo bastante apresurado. Pareciera que, de repente, los personajes se hubieran puesto de acuerdo para hacer cosas sumamente descabelladas; en especial en el caso de Inés (creo que hay una gran diferencia entre libertad sexual y ninfomanía...). En el caso de Colón, debió encontrar la manera de superar el fracaso y seguir adelante. El final de Mona Sofía es el más lógico y realista de todos. En general la idea es bastante original, pero pudo aprovecharse de mejor manera.
La moraleja es que, a pesar de que un libro tenga puntos fuertes en las partes más importantes (redacción, estructura, etc.), el final siempre debe ser igualmente cuidado. Realmente quise que me gustara más, pero ese desenlace me dejó un sabor bastante amargo. Al final, el personaje más inteligente de todos fue Leonardino, el cuervo.

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